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lunes, 4 de octubre de 2010

EL DR. D. AGUSTÍN JIMENO CATTANEO

EL DR. D. AGUSTÍN JIMENO CATTANEO 
Notas sobre la historia de la Psiquiatría española. 
Agustín Jimeno Valdés. 
     Agradezco enormemente al Dr. D. Pedro Antón y a su revista de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunidad Valenciana  esta invitación a plasmar en unas líneas y como aportación a la historia de la psiquiatría en nuestro país, una breve semblanza de mi padre de quien aprendí yo los primeros pasos - aun de niño - en esta nuestra difícil y esforzada profesión.

     El procedía de una vieja familia segoviana. El padre jefe de las oficinas de correos y telégrafos. Cuatro hermanos que más bien se dedicaron a profesiones técnicas, pero todos entusiastas montañeros y deportistas que formaron los primeros grupos que recorrían y disfrutaban de las sierras de Guadarrama.  El además,  aficionado desde niño a la biología  acabó estudiando medicina en Valladolid. Discípulo de Bañuelos y compañero de aquella magnifica generación de internistas que ocuparon las cátedras de media España.
     Como a tantos le tocó hacer la guerra como médico militar destinado en el Batallón Alpino en la línea del frente de lo alto de la sierra.
     Tras varios años de médico rural en La Losa ganó oposición de APD con destino en Arenys de Mar, mientras yo quedaba en Segovia y Valladolid a cargo de mis abuelas dado el desgraciado y precocísimo fallecimiento de mi madre. Mas desde este momento puedo referirme ya a mis propios recuerdos.

     Seria el año 1944 o 45. Tendría yo, pues nueve o diez años. En ese momento  mi padre fué destinado  al recién creado Manicomio de Quitapesares en Segovia. El se había formado en Psiquiatría en Barcelona desde su puesto de medico de A.P.D. en Arenys de Mar,  y fué llamado como primer médico, primero cronológicamente y único durante muchos años, para atender al manicomio  de Segovia  que se instaló en la finca de la Diputación Provincial ya denominada Quitapesares, y que oficialmente se denominó: "Sanatorio Psiquiátrico Nuestra Señora de la Fuencisla", como rezaba un enorme letrero a lo largo de la larguísima tapia al borde de la carretera de Segovia a La Granja.

    
     Durante la guerra el palacio había servido de hospital de sangre para las tropas moras de regulares. Dejaron en la finca una curiosa herencia: una infección con formas malignas de malaria ( plasmodium falciparum ) en las charcas de la parte alta de la finca. Efectivamente en aquella zona donde ya afloraban los granitos y  próxima a la carretera que bordeaba la enorme finca, casi todo el año permanecían  abundantes charcas. El paludismo era endémico  a pesar de la situación geográficamente elevada del lugar ( Mas de 1000 metros ) y con fuertes heladas y nevadas en el invierno. No era necesario allí proceder a la impaludización. Todo tipo de enfermos con frecuencia caía enfermo. Así mi padre pudo realizar  preciosos trabajos: unos sobre la acción de las fiebres palúdicas en enfermos esquizofrénicos finales; otros sobre el ciclo vital del parásito      en la zona. Así en aquellos años él y yo, protegidos por antipalúdicos con un cazamariposas atrapábamos mosquitos, los diseccionábamos bajo el microscopio a bajo aumento, separábamos las glándulas salivales, y fijábamos, teñíamos y dibujábamos  la preparación micrográfica de las formas gametocíticas para documentar el ciclo completo del parásito. Y es que el Dr. Jimeno Cattaneo era tambien histólogo y analista con especial interés en la hepatología. Dibujaba espléndidamente, tambien como aficionado paisajista utilizando preferentemente el lápiz y la cera en un delicioso estilo naiv. Aún conservo aquellos preciosos dibujos en buen papel Canson. Fué amigo entrañable y médico de cabecera de toda su familia del gran pintor segoviano Jesús Unturbe. Por ello mi familia tiene una buena colección de sus cuadros.

     Pero dejadme que os explique un poco más del ambiente en aquel centro al comienzo de los 50. Dejadme que os hable algo más  de mi padre. Era un magnifico médico de todo por conocimiento y experiencia y una persona sencilla y afable.  Había sido médico en La Losa - años 30 - haciendo la visita a caballo o en moto - no una desvencijada y vieja si no una flamante Indian americana, porque en los años entreguerras todavía había un comercio mundial y sin fronteras por lo menos en occidente incluyendo a España.  Así que hacía de internista y traumatólogo. Allí no ejercía ningún otro médico, No se evacuaba a otros centros y consultas salvo un abdomen agudo o un traumatismo aparatoso y con abundante sangre. El lo atendía todo. Sí sí, tambien reducía fracturas y realizaba pequeñas intervenciones.

    
     Revistas  psiquiátricas  podían leerse con facilidad todas pues no eran más que dos: los "Archivos de Neurobiología" de Madrid y la "Revista de Psiquiatría  de Europa y América Latina". Luego la revista de Germain, pero era más bien de psicología. O sea: las publicaciones de López Ibor y Ramón Sarró respectivamente; Pero ay ! la construcción de aquella casita era tan rústica que las ventanas viejas de madera no cerraban bien y por supuesto no tenia calefacción ni agua caliente, y además daban totalmente al norte no entrando en la casa ni un rayo de sol. Algunas noches en invierno, si había algún enfermo grave, ya que no estaban reglamentadas las guardias, mi padre tenia que dormir allí. El viento y la nieve entraban ululando por las rendijas de la casa. El dormía con traje de campaña con gorra o pasamontañas puesto y el agua de la mesilla de noche y en su caso el orinal se helaban hasta a veces romper la botella. Si había una enferma grave en la zona de mujeres iba a buscarle un propio - en general un enfermo en tarea de vigilante - que con un farol y un chuzo y a veces con un perro iba a buscarle. Mi padre se echaba sobre los hombros y  probablemente sobre el pijama de franela o lana con el jersey indispensable con el que tambien dormía, se echaba sobre los hombros un gran capote militar; se calzaba unas fuertes botas y sobre la nieve o el hielo a pasear 800 metros hasta el edificio central del Sanatorio. Claro que la situación no era muy distinta en nuestro caserón familiar de Segovia.      Sí, se realizaban otras muchas actividades bajo el espíritu, y la iniciativa. Por ejemplo visitas y excursiones a las romerías y santuarios de los alrededores, como el Henar, La Fuencisla, El Cristo del Caloco, o La Granja. Se comía en el prado o en un restaurante sencillo. Mi padre lo organizaba todo terminando por hacer fotografías que archivaba o entregaba a los propios pacientes. Tambien organizó actuaciones de canto y baile y ya por los años sesenta mis propias hijas de 7 0 10 años actuaron en ellos para distraer a los pacientes. Yo andaba por otros derroteros y mis visitas a Quitapesares se fueron haciendo cada vez más esporádicas. Se limitaban a mi mirada nostálgica a las extensas tapias que ostentaron aquel largo letrero de " Sanatorio Psiquiátrico Provincial Nuestra Señora de la Fuencisla" cuando de vacaciones hacia mi reglamentaria excursión a La Granja.
     El hacia la visita sobre todo a la enfermería - tratamientos de insulinas, de choques y de altas dosis de neurolépticos. - Se ponía un curioso bonete de alienista, similar al que ostentaba Charcot en su famoso cuadro de la Salpetriere, y una bata larga cerrada por delante, dado tambien sus trabajos de laboratorio.

     Mas de niño yo iba por allí a jugar y a montar en bicicleta. Penuria de posguerra. El Sanatorio a 7 kilómetros de Segovia. Íbamos mi padre en yo en bicicleta al sanatorio. El pedaleaba. Yo sentado en la barra. Carretera de empinada pendiente continua que a la salida de Segovia era empinadísima hasta llegar a los depósitos de agua. Allí tenia que ir mi padre pedaleando entre la nieve y el hielo tantas veces o ante el sol del verano. Eso sí administrador y comunidad de religiosas disponían de un flamante vehículo de importación: un todoterreno Toyota que aún me parece estar viendo y en el que se trasladaban tambien
     La mayor parte de los enfermos trabajaban en los servicios de la finca. Los hombres sobre todo en el campo. Agricultura de secano, huerta y prado. Era una laborterapia no primitiva, como podrían pensar generaciones actuales dominadas por la pretensión de haber inaugurado todo ignorando la historia. Los principios modernos de la terapia laboral fueron sentados por Hermann Simon en los años 20 en el Hospital Alemán ( Asilo mental, según el nombre clásico ) de Gütersloh. Centro precursor de fama y atractiva mundial respecto la organización de la asistencia psiquiátrica hospitalaria disponiendo tan solo de opiáceos y bromuros. En lugar principal de la biblioteca de mi padre figuraba la edición española del " Tratamiento activo de los Enfermos Mentales" de H. Simon.[1] Mi padre llevaba fichas de rendimientos y pagos ( eso sí cantidades ínfimas ) de los pacientes. Los visitaba en el campo - mas de una vez estuvo a punto de ser agredido; y lo hacia en general solo, por lo menos en aquellos primeros años.
     Las mujeres disponían aún de más servicios de actividades. Aparte los clásicos de limpieza, cocina ( el famoso patatero, en el cual hasta las enfermas más deterioradas, en corro con las demás, cortaban y pelaban las patatas como base alimenticia ) existía un costurero primoroso en el que se realizaban maravillosos bordados segovianos en un cultivo de la tradición, confección de alfombras en general de esparto al modo tambien tradicional y tambien alpargataría que surtía a todo el personal.

     Mi padre tenia tambien consulta particular en su casa - caserón al que ya me he referido - de la calle San Agustín n1. 1. Una casa burguesa, por no decir patricia típica de Segovia antigua. Había tenido torreón, bodega y probablemente pasadizo. En las habitaciones delanteras en todo caso los gruesísimos muros recordaban que sustentaran la torre y estaba desde luego próxima a la muralla de la ciudad por su parte este en línea con el gran baluarte de la casa de los Escorial en el ángulo suroeste de la ciudad. ( calle de San Juan). Tenia su precioso jardín y su patio abierto al sur, con una acacia redonda, un manzano glorioso y unos inmensos aliantos  venidos de no se sabe donde y que curiosamente flanquean tambien la rampa de acceso a la planta B del Hospital clínico universitario de Valladolid donde ahora trabajo. Su olor inconfundible, sobre todo en los brotes tiernos, me traen inolvidables recuerdos del juego en aquella casa con mis primos o de largas tardes de lectura bajo su sombra. Allí en esa casa, disponía de gran despacho,  clínica en  pequeño cuarto interior y laboratorio en la galería. Y en colaboración con el Dr. D. Eusebio Núñez que ocupó la dirección de Quitapesares a partir de unos años después, allí realizaba tambien tratamientos con electrochoque. Una cama "turca". Una vitrina con medicamentos analépticos, un ambú respiratorio manual. Tensímetro y ayuda de un familiar. El familiar era yo con 17 0 18 años o una hermana de mi padre viuda de guerra que solía llegar tarde cuando ya habíamos aplicado los choques.

     Desde Segovia intentó seguir formándose y trabajando durante toda su vida. Así realizó cursos en Madrid en el Instituto de Marañón al quien admiraba totalmente y así fué tambien endocrinólogo de la Seguridad Socia. Ello le permitió realizar algunos trabajos clínicos sobre cuadros psiquiátricos en las endocrinopatías, sobre todo hipertiroidismos, que se publicaron. Una hazaña, entonces publicar desde una olvidada provincia. Así yo le ayudaba tambien en más de un trabajo de investigación en el laboratorio de casa como estudios serológicos en los esquizofrénicos.
    
     Era un hombre sencillo, alegre, entrañable para la familia y amigo de sus amigos en el café o la tertulia. Conocía al dedillo la ciudad de Segovia y le encantaba visitar los numerosos trabajos de restauración siempre activos en la maravillosa ciudad. Era por ello anfitrión y guía perfecto. Acudía a todas las actividades de la Academia de San Quirce o de los cursos de verano... Nunca ocupó cargos ni profesionales ni políticos manteniendo siempre su entusiasmo por la lectura y el estudio de la  medicina considerándose por encima de todo médico a secas, como él decía.
     Aficiones al dibujo, como ya he dicho; Gustaba de los viajes y siempre a total disposición de la familia que éramos básicamente mi esposa y nuestras tres hijas al haber quedado él tan precozmente viudo, casándose después con la hermana de su primera mujer, que fue para mí más  madre, que tía.
     Falleció de penosa y larga enfermedad en 1987 y está enterrado en Segovia.
! Descanse en paz !

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